miércoles, 25 de noviembre de 2015

La Tierra, nuestro planeta, como una olla a presión



No hace falta ser un gran observador para comprobar que la temperatura de nuestro planeta, y no estoy hablando aquí sólo del clima ––que también––, últimamente no hace más que subir de forma continua y alarmante. Vivimos en un mundo cargado de tensiones disruptivas que amenazan la estabilidad de nuestras sociedades, incluida la nuestra y de nuestro modo de vida: el cambio climático, las desigualdades sociales y el auge de ciertos extremismos en Europa, la avalancha de refugiados de las guerras de Irak y Siria, la amenaza de nuevas crisis o el terrorismo islámico que se ha extendido por el mundo, como una hidra, de forma implacable. Todas estas tensiones están haciendo que los ciudadanos occidentales miremos hacia el futuro con un profundo malestar y un gran desasosiego. Pero, analicémoslo a fondo: ¿por qué se están produciendo todas ellas en tan corto espacio de tiempo, casi a la vez? ¿Es casualidad o tienen algo que ver?

Fijémonos en una de las citas más famosas de Victor Frankl, dice así: “La salud ––mental–– se basa en un cierto grado de tensión, la tensión existente entre lo que ya se ha logrado y lo que todavía no se ha conseguido; o el vacío entre lo que se es y lo que debería ser”. A este concepto de tensión o de salud, como lo denomina Victor Frankl, yo lo llamaría motivación y tiene mucho que ver con una natural ambición humana por mejorar a través del esfuerzo, lo cual es muy loable y para mí, también, la única forma de avanzar hacia estados o sistemas, bien sean individuales o colectivos, no sé si más beneficiosos pero sí más complejos.

Si nos fijamos en cómo se produce la motivación, ésta viene debida como una reacción al querer conseguir aquello que anhelamos al hacer nuestra una información o mensaje que nos llega a través de la comunicación ––no podemos desear lo que no conocemos––. En un mundo como en el que vivimos, donde la comunicación telemática es tan amplia como instantánea y la distancia física se ha reducido de forma tan considerable, casi cualquier persona de este planeta está sometida constantemente a un bombardeo de información que la hace reaccionar a cada poco produciéndole nuevas motivaciones; ese bombardeo viene a hacer que las sociedades, los grupos sociales y las personas individuales se muevan replicando el movimiento de los átomos de un gas, en un espacio cerrado, cuando se le aplica calor ––cada vez se mueven con mayor rapidez y fuerza, de ahí que los acontecimientos se sucedan tan deprisa––, las protestas sociales y los deseos de cambio producidos por la crisis y que tuvieron su exponente en el 15 de mayo, las transformaciones tan radicales experimentadas en la forma de vida de ciertos jóvenes que, de ser normales, de  pronto pasan a convertirse en yihadistas o en cómo la sociedad occidental asume la pérdida de ciertas libertades, a cambio de seguridad, tras las protestas contra el Sistema, las avalanchas de refugiados procedentes de Siria y, más aún, tras los atentados de París, dan cuenta de ello .

Volviendo a la cita anterior de Victor Frankl, estas motivaciones no son más que tensiones, tensiones que se traducen en la física como fuerzas y, por ende, en energía. No sé cómo lo vamos a arreglar, es muy difícil, pero tenemos que hacerlo porque, de lo contrario, yo sólo os digo una cosa: llenad una olla de agua, tapadla, cargadla de tensiones aplicándole cada vez más energía y esperad un rato a ver qué pasa.

Esperemos por nuestro bien, el de nuestros hijos y el del resto de planetas del Sistema Solar, tal y como ilustra la fotografía de la viñeta de Idígoras y Pachi  publicada en El Mundo y que he elegido para acompañar esta entrada, que todo salga bien. Mientras tanto, pongamos nuestro granito de arena tratando de no hacer daño a los demás y disfrutemos del presente, al menos, mientras podamos.

SP.
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