miércoles, 26 de noviembre de 2014

2 + 4 = 1 = Alemania

Por Sergio Polo.

Sí, así es; 2+4 es igual a 1 y ese 1 es Alemania. Así se llamó el tratado —Tratado Dos más Cuatro— por el cual, las cuatro potencias que controlaban la zona de ocupación aliada tras la Segunda Guerra Mundial, más las dos Alemanias, (y me permito ponerlas por este orden por la propiedad conmutativa de la suma), la Federal y la Democrática, allanaron el camino para su reunificación. Esta reunificación, aunque fue ansiada por muchos, no estuvo exenta de polémica y fue objeto de cierto temor por otros.
 
Ansiada fundamentalmente por la mayoría de los alemanes que veían cómo se terminaba de cerrar un capítulo negro de su historia que dio comienzo al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que había dejado una larga y profunda cicatriz en forma de frontera separando, en dos mundos que más que diferentes podríamos llamar antagónicos, lo que unos años antes había sido una de las cuatro potencias hegemónicas más importantes de la Tierra. Y temida también por algunos alemanes y sus vecinos; por aquellos que esperaban con miedo la idea de un pueblo alemán unido porque podía volver a favorecer ideologías extremistas como el nacionalismo y el pangermanismo.
 
Pero no nos equivoquemos, no sólo fueron una minoría de alemanes y ciudadanos corrientes de países cercanos los que vieron con miedo la reunificación; también personajes relevantes de aquella época y altos mandatarios europeos como Giulio Andreotti, por entonces primer ministro de Italia, su homólogo holandés Ruud Lubbers o la que fuera su más clara opositora, la primera ministra del Reino Unido, también conocida como “Dama de Hierro”, Margaret Thatcher. A Thatcher le preocupaba la predominancia de una Alemania unida en la política exterior europea, sobre todo por su mayor potencial económico así como por sus acuerdos y relaciones bilaterales con otros países europeos además de los Estados Unidos. Tanto es así que la citada Dama de Hierro no dudó en llamar al presidente George Bush el 22 de febrero de 1990 para advertirle de lo siguiente:

“Alemania se convertirá en el Japón de Europa, pero peor —en referencia a una eventual supremacía alemana en el continente—. El presidente francés está de acuerdo conmigo respecto a que los alemanes pacíficamente lograrán lo que Hitler no alcanzó en la Guerra. Sr. Presidente, sugiero la permanencia indefinida de las tropas soviéticas en Alemania; ello nos permitiría mejorar nuestras relaciones con Gorbachov y a la vez controlaremos a los alemanes”1
 
1.     Fuente: Zelikow, Philip; Rice, Condoleezza Rice. (1997) (en inglés) Germany Unified and Europe Transformed: A Study in Statecraft. Harvard University Press. ISBN 0674353250 p.206

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