martes, 30 de diciembre de 2014

Grecia: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...

Por Sergio Polo. 

A pesar de que por ahora El Renacer del Monstruo, y a expensas de las presentaciones oficiales que empezaremos en febrero, sólo se está vendiendo a través de la propia página web, de la librería Saltés en Huelva y de algunas peticiones directas de amigos y familiares, ya son más de doscientas personas las que han conseguido algún ejemplar de la misma. Mentiría si os dijera que me resulta curioso que una de las preguntas que más me han hecho aquellos que han empezado a leerla es: ¿Cuándo empezaste a escribirla? Os digo que mentiría porque sabía que iba a suceder y desde ayer, tras la convocatoria de las elecciones en Grecia y el pronóstico de que Syriza, la formación hermana de PODEMOS, las gane, más todavía.
Como sabéis El Renacer del Monstruo comienza el día de unas elecciones generales, celebradas en España, en marzo de 2021. Unas elecciones que ha habido que convocar de urgencia porque el partido en el gobierno no se veía con el respaldo suficiente para capear la larga y profunda crisis económica que el país venía sufriendo desde hacía años. Esas elecciones las gana una coalición de partidos antisistema que lleva en su programa el impago de la deuda, algo que también se plantean Syriza y PODEMOS o, al menos, reestructurarla. Hasta aquí las semejanzas, pero ahora empieza lo interesante: ¿qué ocurrirá si al final ganan las elecciones? 
Como se vio durante el día de ayer y de hoy, los grandes inversores (JP Morgan o las principales bolsas del continente) y las instituciones financieras (FMI o BEI) han empezado a ponerse nerviosos, también algunos mandatarios y ministros europeos (Wofgang Schauble o Pierre Moscovici), aunque en sus declaraciones hagan un llamamiento a la calma y a la cordura.
En la propia Grecia corrieron rumores alarmistas que hablaban de grandes colas en los bancos y de supermercados vacíos y, como os digo, esto es simplemente ante la posibilidad de que en las elecciones de dentro de un mes salgan elegidos, algo que está por ver y que tal y como vaticinan las encuestas, en el caso de serlo, tendrían muy difícil la formación de un gobierno. Pues bien, si esto es así en un pequeño país como Grecia que apenas aporta el 2,5% del PIB de la eurozona, imaginaos lo que pasaría si lo mismo sucediera en España, la cuarta economía del club y con un PIB representativo del 11%. Es más, imaginaos lo que pudiera ser para esas mismas instituciones ––FMI, BEI, mandatarios o inversores–– el anuncio de impago o reestructuración de nuestra deuda pública cifrada, a día de hoy, en un billón largo de euros; 3,5 veces el montante de la deuda griega.
Y eso es no es nada, porque tras ello es posible que le tocase el turno a la deuda privada, cifrada en dos billones de euros más. ¿Qué creéis que pasaría? ¿Creéis que los acreedores, inversores internacionales, grandes fondos e instituciones se quedarían sentados lamentándose por su mala suerte? ¿Por la mala suerte de haber confiado tal cantidad de dinero a un país, en el que ha ganado un partido político, que ahora dice que no se lo va a devolver? ¿O creéis que utilizarían todos los medios a su alcance para que, de un modo u otro y llegado al caso, esto no suceda?

Por cierto, la novela la empecé a escribir en noviembre de 2012 ;-).


¡Feliz 2015! 

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viernes, 26 de diciembre de 2014

Es el 2015 ¡Estúpido!

Por Sergio Polo
La semana pasada, departía animadamente con un buen amigo mientras tomábamos unas cervezas en la terraza de su casa, al solecito, cuando de pronto, se puso serio y mirándome con solemnidad, cambió su tono de voz distendido por uno mucho más grave y me preguntó:
––¿Tú también crees, Sergio, que el año que viene empezaremos a notar la recuperación?
Inmediatamente, con un acto casi reflejo, me puse serio y, tras mirar con ánimo circunspecto la etiqueta pegada al dorso de mi botellín, como si fuera a encontrar la respuesta allí mismo, alcé la mirada y, con toda la seguridad de la que fui capaz, le contesté:
––Tú y yo probablemente sí. También la mayoría de los trabajadores asalariados y los autónomos, los pequeños empresarios y los grandes, aunque de estos últimos son pocos los que no la empezaron a notar hace algún tiempo ya––. Mi amigo me miraba ahora de soslayo, parecía distraído con mis palabras mientras con tres dedos se afanaba en enrollar la pegatina que segundos antes había estado luciendo, decorosa, en el vidrio de su cerveza. Yo, para que no hubiera ninguna duda de que lo que hablaba lo hacía con convicción y desde unos más que elaborados fundamentos, me propuse explicárselo un poco––: Tú y yo, que tenemos experiencia, estamos cualificados y pertenecemos a la clase media, veremos cómo gracias a la bajada del IRPF incrementaremos nuestra renta disponible. Por otro lado, tú que tienes un negocio de cara al público y que ofreces comidas a un nicho de la misma condición social, igualmente verás que por esta circunstancia tu clientela acude más veces a tu empresa y que consume más.
––¿Por qué va a consumir más?–– me preguntó con retórica.
––Muy sencillo–– le respondí––, porque como ya te he dicho, por la bajada de impuestos va a aumentar su renta disponible y, además de esto, por otros dos motivos que te voy a precisar: el primero es porque seguramente su empresa va a ir mejor ya que es posible que los bancos vuelvan a financiarla y a darle crédito y esta circunstancia haga que por fin se aleje el fantasma del ERE que desde hace algún tiempo planea sobre su cabeza y la del resto de sus compañeros. Esto le va a generar confianza y ya no le importará tanto volver a gastar, aunque de manera comedida al principio, permitiéndose algún que otro pequeño lujo, que con el paso del tiempo y con la confianza dejará de serlo para convertirse, de nuevo, en algo habitual. El otro motivo, por el que ese cliente se verá arrastrado a acudir y a gastar en tu negocio, será gracias a que aquel amigo, con el que solía ir de cañas, encontrará de nuevo un empleo estable, o conseguirá, después de mucho tiempo, cubrir en el concesionario donde trabaja los objetivos de venta y llevarse de nuevo un variable a casa; o será su hijo quien encuentre un trabajo y se emancipe…, entonces este último llamará a su amigo y volverán a consumir.
Satisfecho, mi interlocutor asintió con una medio sonrisa de complacencia que me hizo, nada más verla, volver a ponerme en alerta y, para que él tampoco se relajara, le puntualicé:
––Pero no te equivoques que en este 2015, desgraciadamente, no todo va a ser alegría. Aún quedarán casi cinco millones de parados, tres millones y medio de larga duración, sin experiencia ni formación alguna y con un muy difícil encaje en el mercado laboral; un auténtico drama, sí; y una auténtica bomba de relojería en el interior de una sociedad, todavía cabreada, y que, aderezada con las necesarias gotas de populismo y en un año electoral, quién sabe, si se da la situación, ¡a dónde nos pueden llevar! 

domingo, 21 de diciembre de 2014

La visión geopolítica de Orwell y El Renacer del Monstruo

Por Sergio Polo

Acabo de terminar de leerme 1984, uno de las más famosas novelas de George Orwell y, ciertamente, he de deciros que me ha dejado en un estado de profunda reflexión. Es un libro tan actual, por lo que cuenta, que su título bien podría ser para algunas cosas 2014 y para otras 2024 ó 2034 ya que así, a priori y en caliente, pienso que conforme más tecnología vaya habiendo y más globalizado esté el mundo desgraciadamente más se parecerá nuestro Sistema a la sociedad distópica que en él describe.  Aparte de los conceptos más intrínsecos de la novela como el “doblepiensa”, el “crimental”, la “nueva lengua” o el propio del “Gran Hermano”, los cuales merecen un análisis aparte, la forma en que Orwell divide el mundo, en tres grandes potencias; Oceanía, Eurasia y Esteasia, me ha llamado particularmente la atención ya que coinciden, en gran medida, con los puntos de fuga a los que llegué mientras me devanaba los sesos tratando de vislumbrar, antes de empezar a escribir El Renacer del Monstruo, cómo sería el contexto geopolítico en el año 2030, algo de fundamental importancia para dibujar las líneas que configurarían el escenario macro de mi novela que como sabéis, está ambientada en la próxima década.

OCEANÍA
En el libro de Orwell, Oceanía es el estado donde vive Winston Smith,  el protagonista, y comprende los territorios de Irlanda, Gran Bretaña, América entera, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.  Yo, desde el principio, alineé al Reino Unido con los Estados Unidos, aunque subordinado a este, que tendría un enorme poder en el resto del continente americano donde también habría una gran influencia española que todavía se conservaría durante la próxima década, aunque mayormente de tipo cultural y en franca decadencia.

ESTEASIA
A pesar de que para el autor de 1984 Esteasia estaba liderada por Japón y no por China como ya es evidente, hoy en día el efecto arrastre de esta incipiente superpotencia sobre la mayor parte de los países del extremo oriente es una realidad inevitable.   

EURASIA

Eurasia, y dentro de esta más Europa que Rusia, se convirtió en el centro de mi mayor atención. Al leer esta tarde el epílogo de 1984 escrito por el novelista Thomas Pynchon no he podido dejar de sorprenderme con la siguiente afirmación en referencia a la visión del mundo del propio Orwell: “El pensamiento geopolítico de la época se había dejado cautivar por la idea del mundo isla del geógrafo británico Haldford Mackinder ––para referirse a Europa, Asia y África consideradas como una única masa de tierra rodeada de agua–– el pivote de la historia, cuyo centro era la Eurasia de 1984. Quien gobierne el centro  dominará el mundo-isla, como dijo Mackinder, y Quien gobierne el mundo-isla dominará el mundo, un pronunciamiento que Hitler y otros teóricos de la Realpolitik no habían pasado por alto”De ahí, y esto lo escribo yo, y si no os habéis leído El Renacer del Monstruo permitidme que no os revele por qué lo digo, el interés de unos y de otros, incluso de muchos europeos, de una Europa avasallada y dividida, en permanente conflicto y subordinada a una posición secundaria en la geopolítica mundial. 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Los Estados Unidos y el actual sistema ¿Un mundo a su Medida?

Por Sergio Polo

No son pocos los críticos con el actual Sistema, que rige nuestras economías y nos gobierna, que opinan que, al final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos promovieron, con los acuerdos de Bretton Woods y con el pretexto de llegar a una paz duradera, un mundo diseñado a su medida.

Si nos remontamos a los antecedentes, con la economía aún sumida en la Gran Depresión, y aprovechándose de la contienda en territorio europeo, el país americano, convertido desde el final de la Primera Guerra Mundial en una gran potencia, había puesto a funcionar sus industrias a todo gas para suministrar a los aliados todo tipo de provisiones; provisiones que pasaban por víveres, armamento e incluso dinero. Con ello consiguieron en un tiempo récord lo que no habían logrado durante los diez años anteriores: dejar atrás la devastadora crisis que había sumido a una gran masa de su población en la pobreza y emerger, tras la guerra, como la economía más fuerte del mundo, con una potencia industrial inigualable y, a la vez, con la mayor acumulación de capital jamás vista.

Ya en los inicios del conflicto, Estados Unidos comenzó a vislumbrar los beneficios que la guerra le podía reportar. Beneficios que se veían traducidos en un incremento sustancial de sus exportaciones y en un rápido crecimiento de su economía que había permanecido estancada durante más de una década. Tanto es así que en 1941, en la famosa declaración conocida como Carta del Atlántico suscrita a bordo del USS Augusta, el presidente Roosevelt junto con el primer ministro británico, Winston Churchill, comenzaron a pergeñar lo que sería el mundo de la posguerra; un mundo sin restricciones al comercio y circunscrito en un marco excepcional de seguridad, sobre todo marítima, con el pretexto de preservar la paz.

La guerra continuó aún durante cuatro años más y, conforme se aproximaba el final de la contienda en Europa, los Estados Unidos vieron en la necesidad de crear un orden de posguerra una manera de garantizar su prosperidad. Buscaron para ello la confirmación de su modelo, un modelo que continuaría con la etapa de crecimiento iniciada al principio del conflicto. De ahí surgieron los famosos acuerdos de Bretton Woods, en los que, aprovechándose de la hegemonía con la que en aquel momento contaban y ante las delegaciones de cuarenta y cuatro países, hicieron que se impusiera el modelo económico internacional ideado por su compatriota Harry Dexter frente al de su oponente británico John Maynard Keynes, que había defendido una mayor intervención de la economía por parte de organismos supranacionales. Los americanos querían un modelo donde se abriesen nuevos mercados para exportar y de ahí, con la base de de los acuerdos de Bretton Woods hechos a su medida, se potenció el Plan Marshall para permitir que los países europeos, necesitados de ingentes cantidades de recursos para su reconstrucción, pudieran adquirir materias primas y productos fabricados allí. No obstante sería injusto negar la fuerte influencia que el citado Plan Marshall tuvo en el crecimiento y normalización de las economías europeas, que por otro lado contribuyeron, junto con la Teoría de la Contención  y la Doctrina Truman, a evitar que algunos estados cayeran bajo la órbita del comunismo, la otra alternativa al modelo de libre comercio que los Estados Unidos promulgaban. Tanto es así que el viceministro de Asuntos Exteriores soviético Andréi Vyshinski, visiblemente molesto, llegó a decir que el Plan Marshall violaba los principios de las Naciones Unidas y acusó a los americanos de intentar imponer su voluntad sobre otros países mientras utilizaba la ayuda como un instrumento de control político.
 
Luego, con el planeta ya dividido en dos grandes bloques, el mundo se sumió en los capítulos más oscuros de la guerra fría. Capítulos que  trajeron consigo los años más activos del espionaje y contraespionaje protagonizados por las llamadas “Agencias”, en los que la KGB soviética y la Central Intelligence Agency norteamericana, más conocida como CIA, clandestinamente, desestabilizaron estados y derrocaron y pusieron gobiernos en una continua escalada por tratar de  imponer, por parte de unos y de otros, lo que sería, a ojos como decimos de no pocos críticos actuales con el actual Sistema, un mundo a su medida.

 

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domingo, 7 de diciembre de 2014

Estreno Booktrailer "El Renacer del Monstruo"

Pues por fin tenemos el estreno del Booktrailer de "El Renacer del Monstruo"!!!
 

La estrella que se convirtió en vaca y se comió al perro

Por Sergio Polo

El universo de las empresas es como un cuento de hadas, un mundo mágico y de sueños donde se dan cosas inimaginables, tanto es así que, la mayoría de las veces, las estrellas se convierten en vacas y las vacas se comen a los perros. Esto, que podría ser el argumento, como decimos, de un cuento de hadas, es la original forma como la consultora Boston Consulting Group ideó la que posiblemente sea la  matriz más famosa del management para el análisis de negocios. Dicha matriz se estructura en cuatro celdas, donde en función del crecimiento del mercado en el que se desenvuelva la empresa y de la cuota que ésta ostente en dicho mercado, se catalogará a la misma como estrella, vaca, interrogante o perro.  

La mejor condición de este universo particular y a la que todos aspiran es a convertirse en vaca. La vaca lleva una vida sosegada y tranquila, tiene una alta participación en un mercado maduro o de bajo crecimiento donde muy difícilmente van a irrumpir nuevos competidores. Se dedica fundamentalmente a pastar y a dar leche o, lo que es lo mismo, a consumir poco y a dar muchos beneficios. A la vaca la precede la estrella, que tiene una participación alta en un mercado que crece y que, antes o después, se volverá maduro. La estrella se dedica a generar recursos que debe invertir constantemente para así brillar más, alcanzar mayor cuota y, cuando el mercado esté consolidado, convertirse en vaca. El principal problema que tiene la estrella es que, como el mercado está creciendo y por lo tanto generando nuevas oportunidades, debe de estar siempre vigilante para impedir que otros, en este caso el interrogante, se quede con ellas y le arrebate su posición.

Luego, en un estadio inferior, como los parias de esta clasificación, se encuentran el interrogante y el perro. El interrogante tiene una baja participación en un mercado que crece y que por lo tanto sigue generando oportunidades. El interrogante aún no ha tirado la toalla y, como hemos dicho antes, aspira a convertirse en estrella; pero no lo tiene fácil y tendrá que estar ahí, siempre al acecho, para aprovecharse de algún error de ésta y ocupar así su posición; algo que, de no conseguirlo, le llevará automáticamente y cuando el mercado madure a convertirse en perro. Por último y cerrando la tabla se encuentra el perro. El perro, a cuyo grupo yo diría que pertenece el 90% o más de las empresas de nuestro país, tiene una baja participación en un mercado que no crece y donde la que lo domina y de verdad come y disfruta  de él es la vaca. ¿Por qué se llama perro?: porque no produce beneficios, no reluce, y ni siquiera genera dudas de que pueda hacerlo; sólo ladra y ladra en una queja constante por creerse con la mala suerte de ser perro y sin ser consciente de que, en la mayoría de las ocasiones, no es cuestión de suerte si no que se elige serlo.

martes, 2 de diciembre de 2014

Reino Unido: ¿Un caballo de Troya en la Unión Europea?

Por Sergio Polo

El final de la segunda guerra mundial dejó el mundo dividido entre dos nuevas superpotencias que se disputaban su hegemonía y una serie de países europeos, la mayoría antiguas metrópolis coloniales y que ahora se subordinaban a ellos.  Estos países, especialmente debilitados, trataban de recuperarse de la devastación que les había provocado la guerra además de recomponer su prestigio y reputación. Desde el primer momento Francia tuvo claro que esto último, el prestigio y la reputación, eran dos cualidades muy valiosas que no se podían negociar y, a pesar de su derrota en 1940 y con el inestimable empeño del General de Gaulle, hizo todo lo posible para que se le reconociera como potencia vencedora participando en la ocupación del país que durante la guerra la había invadido y ocupado. No obstante, una serie de reveses internacionales sufridos años más tarde y que culminaron con la pérdida de Argelia en 1962 dejaron a Francia sin sus colonias y con su mirada puesta de nuevo en Europa. Allí, tras la victoria aliada se había procurado un acercamiento entre ésta y Alemania, incidiendo en su reconstrucción, para lograr una paz duradera. Así fue como seis años después, en 1951, ambos países firmaron junto con Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos, la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA) y seis años más tarde, mediante el Tratado de Roma, constituyeron la Comunidad Económica Europea (CEE) cuya unión se pactó en 1957.

Por otro lado y desde el final de la guerra, el que fuera primer ministro británico, Winston Churchill, primero durante la contienda (1940-1945) y seis años más tarde, tras la victoria de su partido y la dimisión de Clement Atlee (1951-1955), había sido un claro defensor de la unión de Europa para evitar así nuevos conflictos entre Francia y Alemania. Sin embargo nunca abogó por la inclusión en ella del Reino Unido ya que, según sus consideraciones, su futuro estaba ligado al de los Estados Unidos. Pero tras el fracaso de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio), impulsada por ellos mismos para contrarrestar el creciente poder de la CEE, el Reino Unido propone en 1961 su adhesión a las Comunidades Europeas. Esta petición resulta rechazada  en 1963 por el entonces presidente francés, Charles de Gaulle, por considerarlo un caballo de Troya de los Estados Unidos y al ser de la opinión de que su ingreso solo acarrearía problemas. Lo mismo sucedió en 1967 cuando los británicos volvieron a intentarlo y se volvieron a encontrar con la negativa del obstinado general que los vetó de nuevo. Así, hasta que en 1973, y bajo el gobierno del conservador Edward Heath, por fin Londres logró unirse. Fueron unos pocos años de entusiasmo británico en la Comunidad Europea, concretamente seis, los que tardó Margaret Thatcher en llegar al poder en 1979. De Thatcher se hicieron famosas sus tres palabras más repetidas en Bruselas: “No, no y no” o  el “que me devuelvan mi dinero” frase pronunciada una y otra vez mientras negociaba el llamado “cheque británico”. Desde entonces, y con los sucesivos gobiernos que le han seguido, el Reino Unido se ha convertido en un freno, un miembro problemático e incómodo, casi siempre rezagado y que entorpece continuamente los avances que proponen los demás socios, reservándose a adoptar, la mayoría de las veces, sólo las medidas que le resultan convenientes para sus propios intereses. Así hasta que a principios de 2013  el primer ministro conservador David Cameron anuncia la celebración de un referéndum en 2017 sobre la pertenencia de Gran Bretaña a la Unión Europea, abriendo un nuevo frente en las más que controvertidas relaciones entre Londres y Bruselas.   

¿Será el Reino Unido el primer país en abandonar el proyecto europeo? Hagan sus apuestas; Alemania ya le ha enseñado la puerta.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

2 + 4 = 1 = Alemania

Por Sergio Polo.

Sí, así es; 2+4 es igual a 1 y ese 1 es Alemania. Así se llamó el tratado —Tratado Dos más Cuatro— por el cual, las cuatro potencias que controlaban la zona de ocupación aliada tras la Segunda Guerra Mundial, más las dos Alemanias, (y me permito ponerlas por este orden por la propiedad conmutativa de la suma), la Federal y la Democrática, allanaron el camino para su reunificación. Esta reunificación, aunque fue ansiada por muchos, no estuvo exenta de polémica y fue objeto de cierto temor por otros.
 
Ansiada fundamentalmente por la mayoría de los alemanes que veían cómo se terminaba de cerrar un capítulo negro de su historia que dio comienzo al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que había dejado una larga y profunda cicatriz en forma de frontera separando, en dos mundos que más que diferentes podríamos llamar antagónicos, lo que unos años antes había sido una de las cuatro potencias hegemónicas más importantes de la Tierra. Y temida también por algunos alemanes y sus vecinos; por aquellos que esperaban con miedo la idea de un pueblo alemán unido porque podía volver a favorecer ideologías extremistas como el nacionalismo y el pangermanismo.
 
Pero no nos equivoquemos, no sólo fueron una minoría de alemanes y ciudadanos corrientes de países cercanos los que vieron con miedo la reunificación; también personajes relevantes de aquella época y altos mandatarios europeos como Giulio Andreotti, por entonces primer ministro de Italia, su homólogo holandés Ruud Lubbers o la que fuera su más clara opositora, la primera ministra del Reino Unido, también conocida como “Dama de Hierro”, Margaret Thatcher. A Thatcher le preocupaba la predominancia de una Alemania unida en la política exterior europea, sobre todo por su mayor potencial económico así como por sus acuerdos y relaciones bilaterales con otros países europeos además de los Estados Unidos. Tanto es así que la citada Dama de Hierro no dudó en llamar al presidente George Bush el 22 de febrero de 1990 para advertirle de lo siguiente:

“Alemania se convertirá en el Japón de Europa, pero peor —en referencia a una eventual supremacía alemana en el continente—. El presidente francés está de acuerdo conmigo respecto a que los alemanes pacíficamente lograrán lo que Hitler no alcanzó en la Guerra. Sr. Presidente, sugiero la permanencia indefinida de las tropas soviéticas en Alemania; ello nos permitiría mejorar nuestras relaciones con Gorbachov y a la vez controlaremos a los alemanes”1
 
1.     Fuente: Zelikow, Philip; Rice, Condoleezza Rice. (1997) (en inglés) Germany Unified and Europe Transformed: A Study in Statecraft. Harvard University Press. ISBN 0674353250 p.206

lunes, 24 de noviembre de 2014

La Espuma del Café

Por Sergio Polo.

Sucedió a principios de verano de 2012. En aquel entonces la prima de riesgo flirteaba por encima de los 500 puntos y, mientras la bolsa se movía en mínimos de nueve años y las agencias de calificación situaban nuestra deuda al borde del bono basura fruto del anunciado rescate financiero a los bancos, nuestros políticos se afanaban en repetir aquella frase que llegó a ser tan manida por mil veces repetida de “España no es Grecia”. Andaba yo tomándome un café en el pub irlandés que hay junto a mi casa con el que hasta hacía bien poco había sido el director financiero de mi empresa, cuando me enteré, en el telediario de las ocho de la mañana, que se había montado una monumental bronca global cuando se había conocido el mensaje de ánimo dado por Rajoy al ministro de Guindos mientras negociaba con sus colegas europeos el mencionado rescate: “Aguanta, España no es Uganda”, le había dicho, como si de esa manera, y al producirse la filtración a los medios, los inversores internacionales fueran a aflojar la acuciante presión a la que sometían a nuestra paupérrima economía. No obstante ya se encargó en el mismo telediario, no recuerdo si Merkel directamente o algún alto funcionario o ministro europeo en su nombre, de rechazar que las ayudas europeas para el rescate financiero se inyectaran directamente en los bancos españoles, con lo que la noticia que le siguió después fue que los pocos puntos porcentuales que la prima, durante las jornadas anteriores, había logrado bajar se habían esfumado de pronto y ésta había vuelto a subir marcando un nuevo récord. Unos días después supe que el ministro de exteriores de Uganda había contestado: “Uganda no quiere ser España” (sic). No obstante, y anécdotas aparte, no quiero que penséis que esta primera entrada al blog que inauguro va a tratar de dirimir si en aquellos momentos España se parecía a Grecia o a Uganda, ni tampoco pretendo que lo hagáis vosotros. En esta primera entrada mi reflexión va a ir sobre otra cosa a mi juicio mucho más importante; como es: la espuma del café. Sí, habéis leído bien, y lo repito por si hubiera alguna duda: en esta entrada voy a reflexionar sobre la espuma del café o mejor dicho; os voy a contar a la reflexión a la que llegué con mi amigo Alfonso Ramos mientras miraba atónito la espuma del café, todavía humeante, tras escuchar, aquella mañana, toda esa sarta de noticias y declaraciones en torno a lo mismo.

En aquel entonces, junio de 2012, una de mis empresas, no la mayor de las que hasta ahora he tenido ni de las que he participado, pero sí la niña mimada por ser la que fundé junto con mi padre diez años antes y donde él estuvo hasta el momento de su muerte compartiendo conmigo, codo con codo, sus alegrías y sus penas, estaba a punto de declararse en concurso de acreedores. Hasta el verano de 2010 había aguantado bastante bien la crisis, marcando el año anterior nuestro récord de facturación, quedándonos muy cerca de los cinco millones de euros. Pero una serie de imponderables fruto de la difícil situación por la que atravesaban muchos de nuestros clientes, y los bancos, “¡Ay!, los bancos”, estrangularon nuestra liquidez haciendo del día a día una tarea que, más que compleja, podríamos llamar insufrible. Yo para aquel entonces ya había tomado la determinación de que quería escribir un libro. Escribir siempre se me había dado bien y disfrutaba haciéndolo; digamos que me relajaba. Y, como no me planteaba acudir a un psicólogo para curar la incipiente angustia que aquella situación me producía, decidí echarme para adelante. Ahora me tocaba elegir el tema. Aquel día, en el Pub irlandés que, como os he dicho antes, estaba al lado de mi casa, mientras removía la cucharilla en el interior de mi taza, alcé la vista y le pregunté a Alfonso:

-        ¿No crees que lo que nos cuentan en el telediario es la espuma del café?

Alfonso me miró, creo que sorprendido, como si no entendiese lo que quería decir.

-       ¿Cómo?- acertó a preguntar.

-       Sí, Alfonso, la espuma del café. ¿Tú ves lo que hay debajo de la espuma?

Alfonso meneó la cabeza de un lado a otro, negando con su gesto.

-       Pues eso. Que lo que nos dicen los políticos en las declaraciones públicas, aquellas que salen en la prensa o en los telediarios, incluso las que ellos mismos se dicen en todas esas reuniones y encuentros bilaterales o multilaterales, en Berlín, en Madrid o en Bruselas, obedecen a una clara intencionalidad donde solo manifiestan lo que quieren manifestar. Debajo de la espuma hay una gran oscuridad, hay una estrategia que sólo ellos conocen y que llevan a cabo como los actores de una función teatral, entre bambalinas, con el fin de cumplir unos objetivos sin ser descubiertos- Alfonso me miraba algo desconcertado-. ¿Quién te dice que todo lo que está sucediendo con la crisis no obedece a un plan gestado por Alemania, por ejemplo?- continué-. Los políticos son maquiavélicos y algunos ambicionan el dinero, otros el poder, la mayoría ambos; y otros, los que están más arriba y se lo creen, aquellos que se llaman estadistas o que piensan que están ahí para completar una misión que les trasciende a ellos mismos como personas en beneficio de su país, ansían la gloria. ¿Quién te dice que Ángela Merkel no ansía llevar a Alemania a ocupar el lugar de hegemonía en el que intentaron situarla sus antecesores Guillermo II o Adolf Hitler?- Alfonso asintió concentrado en lo que le había dicho.

Después de esa conversación, acabamos nuestro desayuno y nos despedimos para seguir con nuestras rutinas. Aunque para mí, casi sin saberlo, todo había cambiado; durante los dos años siguientes ya no pude quitarme de la cabeza lo que se escondía entre aquellas bambalinas, las bambalinas de la alta política internacional, aquellas que subyacían bajo la espuma del café.

El renacer del monstruo - Sergio Polo

Otra novela. Y encima de la crisis. ¿Qué es lo que nos ofrece? ¿Puede aportar algo nuevo? Lo primero que tenemos que decir es que "El Renacer del Monstruo" es ficción. Ciencia ficción, para ser exactos, ya que se desarrolla en la España del 2021, en la que un grupo de partidos antisistema -si, lo has adivinado, "Podemos" entre ellos...- gana unas elecciones generales en una España machada por la crisis...¿Qué podría pasar? ¿Saldríamos de la crisis? ¿Cómo se lo tomarían otros partidos? ¿Y los poderes fácticos? ¿Y los gobiernos de otros países? Más aún... ¿Cómo se lo tomaría la Unión Europea?
 
Un envite arriesgado para Sergio Polo, sobre todo por ser su primera novela. Pero un momento.. ¿Quién es Sergio Polo? Pues sencillamente alguien a quien también ha mordido la crisis, a pesar de ser Ingeniero, tener un Master Business Administration (MBA) y haber montado una de las empresas metalúrgicas de más éxito en España. Lector compulsivo desde siempre, Sergio investigó desde los dispares escenarios de la empresa, la sociedad civil y militar e incluso la familia para crear esta anti-utopía, o ucronía.
 
En este blog, este diario de nuestro autor, iremos desgranando las pistas con las que llevó a cabo esta fascinante novela que no dejará a nadie indiferente, venga de donde venga y sea del partido que sea... porque con toda seguridad, sabrá lo que es la crisis. Y seguro que te va a interesar.